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martes, enero 06, 2004

A Rey Desterrado, Reino portatil
Mis párpados pesan una tonelada, mi estomago quiere vacaciones.
Mis buenas intenciones han sido abortadas, incluso antes de ser materializadas en papel.
El taxi de vuelta del aeropuerto iba a 220 por hora y pensamos que o llegábamos a nuestro destino antes de la hora o no llegaríamos nunca.
De vuelta a la oficina las mismas caras me recuerdan que nada ha cambiado, mis ganas de huir siguen intactas.
Desayuné con un amigo que me es muy querido y al que hacía tiempo no veía. Fue como si hubiésemos quedado el día anterior. Nos faltó tiempo porque se nos acumulaban temas y nos pisábamos las conversaciones.
No tenía ganas de volver, pero ya una vez en casa me alegré de tener un hogar para nosotros donde solo nos tenemos el uno al otro, nuestro reino donde no te tengo que compartir con nadie mas que con la lluvia que aporrea la ventana.

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