miércoles, abril 07, 2004
Guerras Económicas
Desde hace años un chico viene con bocadillos cada día a las doce, llega en vespino cargando su producto.
Nuestra oficina esta en el piso superior, así que siempre nos llega lo que las otras plantas no quieren. La selección es pésima y el precio abusivo. Sin embargo es un tipo afable con acento francés al que todos dicen adiós! o buen fin de semana Sándwich man!.
Un lunes llego otro hombre bocata y todos asumimos que el chico francés estaba de vacaciones. Tenia de todo, ensaladas, arroz con pollo al curry, zumos sanos y bocatas bien rellenos, además de aparecer a las 11 cuando el hambre más aprieta. La empresa para la que trabajaba el nuevo bocata-man tenia proyección de futuro, daba vales de descuento incluso tenían una pagina web donde encontrabas un menú muy completo.
Incluso para vegetarianos y/o gente alérgica . Una sopa de cardo con semillas de lino y sésamo de entrante y bocata de tofu y acelga en panes sin gluten como plato principal, señor? “un pepito con queso fundido para mi y un café doble con tres cucharadas de azúcar, gracias”.
A las doce como siempre el antiguo repartidor de montados apareció con su triste cesta llena de sobras y anunciando su llegada con un ¡Sándwich-Maaaan! Afrancesado.
Nadie se movió de su sitio, “ya vino el otro sándwich-man “ sin dar crédito pregunto “Y le habéis dejado entrar?” Asentimos. Con la cara encendida de rabia “ dijo bueno total casi no me queda nada” se dio la vuelta y se fue dando un portazo.
Se hizo un silencio en toda la planta sabíamos que había comenzado una guerra y que éramos responsables directos de ello. Nuestra falta de lealtad había desencadenado estos enfrentamientos feroces
Luchas feroces motocicletas con barras de ayer, gladiadores en sus carruajes.
Duelos de baguettes al amanecer, sangre en el asfalto mientras una lata de coca cola rueda descontrolada por el pavimento. Guerras Económicas, guerras de andar por casa.
Desde hace años un chico viene con bocadillos cada día a las doce, llega en vespino cargando su producto.
Nuestra oficina esta en el piso superior, así que siempre nos llega lo que las otras plantas no quieren. La selección es pésima y el precio abusivo. Sin embargo es un tipo afable con acento francés al que todos dicen adiós! o buen fin de semana Sándwich man!.
Un lunes llego otro hombre bocata y todos asumimos que el chico francés estaba de vacaciones. Tenia de todo, ensaladas, arroz con pollo al curry, zumos sanos y bocatas bien rellenos, además de aparecer a las 11 cuando el hambre más aprieta. La empresa para la que trabajaba el nuevo bocata-man tenia proyección de futuro, daba vales de descuento incluso tenían una pagina web donde encontrabas un menú muy completo.
Incluso para vegetarianos y/o gente alérgica . Una sopa de cardo con semillas de lino y sésamo de entrante y bocata de tofu y acelga en panes sin gluten como plato principal, señor? “un pepito con queso fundido para mi y un café doble con tres cucharadas de azúcar, gracias”.
A las doce como siempre el antiguo repartidor de montados apareció con su triste cesta llena de sobras y anunciando su llegada con un ¡Sándwich-Maaaan! Afrancesado.
Nadie se movió de su sitio, “ya vino el otro sándwich-man “ sin dar crédito pregunto “Y le habéis dejado entrar?” Asentimos. Con la cara encendida de rabia “ dijo bueno total casi no me queda nada” se dio la vuelta y se fue dando un portazo.
Se hizo un silencio en toda la planta sabíamos que había comenzado una guerra y que éramos responsables directos de ello. Nuestra falta de lealtad había desencadenado estos enfrentamientos feroces
Luchas feroces motocicletas con barras de ayer, gladiadores en sus carruajes.
Duelos de baguettes al amanecer, sangre en el asfalto mientras una lata de coca cola rueda descontrolada por el pavimento. Guerras Económicas, guerras de andar por casa.
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