COCOONES COTIDIANOS

Leí en la guía del ocio que hoy tocaba una banda americana.
Una noche llena de guitarras angulares muy afiladas.
Fui a verlos y estratégicamente me puse en la primera fila.
No esperando gran cosa de este concierto,(soy reacio a creerme los delirios de un periodista sobrexcitado) me apoye en una columna y desplegué mi pose de “estoy aquí pero la verdad es que me la suda el concierto este” que de tan ensayada ya forma parte de mi.
Antes del concierto, unas DJ petardas venidas desde Barcelona pusieron el set mas típico que me pueda imaginar, creo que me puse colorado y todo.
Sentí vergüenza ajena., que duro es ser cool en un país foráneo, donde los guiños del pinchadiscos pasan totalmente desapercibidos. La ironía no siempre se traduce bien.

Salieron a escena y este delgado muchacho de flequillo de cortinilla se movía sin parar como si estuviesen dándole corriente en los testículos y cuanto mas sudados mayor el electroshock. Un tímido guitarrista sacaba sonidos contundentes con precisión matemática mientras, un cavernícola usaba los fémures de su hermano gemelo como baquetas. El bajista de manos gigantes mantenía el tempo como si no fuese con el la cosa, como si estuviese en el salón de su casa.
El cantante escupió al publico con tan mala fortuna que me dio en el ojo, nublado por la furia subí al escenario le di con tanta ansia y rabia que ya en el suelo le patee la cara al mierdecilla de flequillo graso.
El batería salio en su defensa así como el bajista que empezó a darme con su instrumento en la cabeza. Los de seguridad después retorcerme el brazo me sacaron en volandas y ya en el aire un último puñetazo aterrizo en mis morros, saltándome un diente
Me levante, me sacudí el polvo tenia mi boca ensangrentada.
Escupí en el suelo amenazante y en alto dije “ Bah, total, ya me iba a ir la banda era una mierda” carcajeándome con mi recién adquirido hueco negro entre los dientes y un ojo inflado.