jueves, junio 17, 2004
CHASING THE DRAGON
2 meses por delante 2 semanas para irme de campamento. No me quedaba gran cosa que hacer más que coger mi bicicleta y surcar el pavimento reblandecido de principios de Agosto.
¡Mi vieja bicicleta BH de sillín alargado estilo chopper y con marchas en la barra!
Era de color rojo, mi padre se la compro a un amigo de mi hermano por 5.000 pesetas. Había sido soldada por la mitad por lo que supimos que la bicicleta había visto tiempos mejores.
Paseaba por el barrio donde estaba mi colegio. El patio ahora mudo era un gran bloque de cemento dividido en tres niveles. Lo miraba y pensaba que era bien feo.
Me encontré con Kiki que ayudaba a su padre.
Kiki era un chico de raza gitana que venia a mi clase. El papa de Kiki vendía melones cerca de mi colegio.
Cada verano colocaba su puesto frente a su casa, cruzando la carretera.
Cubierta por una lona verde (verde toldo) sobre una estructura metálica que asemejaba una jaula.
Detrás de esas rejas, montañas de melones se apilaban en pirámides perfectamente ordenadas. Pirámides de oro y esmeralda que resplandecían al sol del medio día.
Cuantas avispas no? – Cuando la gente ve las avispas saben que los melones están dulces, en su punto- Afirmaba Kiki con una expresión madura como quien sabe lo que se dice.
Kiki tenía dos hermanos más pequeños, una chica y un chico. Uno era muy travieso con su pelo medio sucio que levitaba sobre su cabeza morena, corriendo siempre en rockis de un lado para otro. La otra no hablaba mucho, pero me miraba con simpatía.
Recuerdo que una vez fui a su casa y de lo único que me acuerdo fue ver en la pared dos pósters, uno de AZIA banda de prog-rock ochentoso (la del dragón gigante que sale del océano ) y otro de Bruce Lee en “Enter The Dragon” con el torso ensangrentado, como un Nazareno de Hong Kong defendiéndose de los romanos, vendiendo cara su muerte.
Han pasado 7 años, cerca de la parada del Autobús Kiki baja de su 1200, me saluda muy cordialmente como si le tiempo no hubiese pasado, parece mucho mas mayor que yo , sus manos morenas están súper curtidas (los melones supongo). Se esta fumando un porro gigante, y lleva la camisa abierta y una cadena de “colorao”. Nuestros mundos son totalmente opuestos, yo acabo de descubrir el punk, el acaba hacer un master de la calle. Nos miramos mientras decimos adiós, su amigo acaba de bajar del tren. Se van dejando un estela de humo y rumba.
Ahora tengo 18 años, mi primer viaje solo a Chile, mi padre esta por ahí aparcando el coche. Esperando en la fila veo a KIKI. Con un maletín pasa por mi lado.
Creo que no me ha reconocido, parece muy tenso, suda gotas gordas que ruedan bajo su ropa de señor. Desaparece por la puerta de salidas internacionales. Nunca más le volví a ver.
Me he preguntado un millar de veces a donde iba, que llevaba en el maletín. A veces me digo que soy un malpensado que seguro que se fue de vacaciones.
Demasiado serio para unas vacaciones, demasiado decidido para un viaje de negocios.
Como me gustaría que leyeras esto y me despejas esta duda.
2 meses por delante 2 semanas para irme de campamento. No me quedaba gran cosa que hacer más que coger mi bicicleta y surcar el pavimento reblandecido de principios de Agosto.
¡Mi vieja bicicleta BH de sillín alargado estilo chopper y con marchas en la barra!
Era de color rojo, mi padre se la compro a un amigo de mi hermano por 5.000 pesetas. Había sido soldada por la mitad por lo que supimos que la bicicleta había visto tiempos mejores.
Paseaba por el barrio donde estaba mi colegio. El patio ahora mudo era un gran bloque de cemento dividido en tres niveles. Lo miraba y pensaba que era bien feo.
Me encontré con Kiki que ayudaba a su padre.
Kiki era un chico de raza gitana que venia a mi clase. El papa de Kiki vendía melones cerca de mi colegio.
Cada verano colocaba su puesto frente a su casa, cruzando la carretera.
Cubierta por una lona verde (verde toldo) sobre una estructura metálica que asemejaba una jaula.
Detrás de esas rejas, montañas de melones se apilaban en pirámides perfectamente ordenadas. Pirámides de oro y esmeralda que resplandecían al sol del medio día.
Cuantas avispas no? – Cuando la gente ve las avispas saben que los melones están dulces, en su punto- Afirmaba Kiki con una expresión madura como quien sabe lo que se dice.
Kiki tenía dos hermanos más pequeños, una chica y un chico. Uno era muy travieso con su pelo medio sucio que levitaba sobre su cabeza morena, corriendo siempre en rockis de un lado para otro. La otra no hablaba mucho, pero me miraba con simpatía.
Recuerdo que una vez fui a su casa y de lo único que me acuerdo fue ver en la pared dos pósters, uno de AZIA banda de prog-rock ochentoso (la del dragón gigante que sale del océano ) y otro de Bruce Lee en “Enter The Dragon” con el torso ensangrentado, como un Nazareno de Hong Kong defendiéndose de los romanos, vendiendo cara su muerte.
Han pasado 7 años, cerca de la parada del Autobús Kiki baja de su 1200, me saluda muy cordialmente como si le tiempo no hubiese pasado, parece mucho mas mayor que yo , sus manos morenas están súper curtidas (los melones supongo). Se esta fumando un porro gigante, y lleva la camisa abierta y una cadena de “colorao”. Nuestros mundos son totalmente opuestos, yo acabo de descubrir el punk, el acaba hacer un master de la calle. Nos miramos mientras decimos adiós, su amigo acaba de bajar del tren. Se van dejando un estela de humo y rumba.
Ahora tengo 18 años, mi primer viaje solo a Chile, mi padre esta por ahí aparcando el coche. Esperando en la fila veo a KIKI. Con un maletín pasa por mi lado.
Creo que no me ha reconocido, parece muy tenso, suda gotas gordas que ruedan bajo su ropa de señor. Desaparece por la puerta de salidas internacionales. Nunca más le volví a ver.
Me he preguntado un millar de veces a donde iba, que llevaba en el maletín. A veces me digo que soy un malpensado que seguro que se fue de vacaciones.
Demasiado serio para unas vacaciones, demasiado decidido para un viaje de negocios.
Como me gustaría que leyeras esto y me despejas esta duda.
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